(Por Lope Carvajal)
Esta pregunta se la hace Aurelio Fernández, autor de un par de decenas de libros de filosofía y teología. Fernández estudió en el seminario de Oviedo, España, es Licenciado en Salamanca y en Roma, y doctorado en Filosofía de la Universidad de Münster, con estudios posteriores en las universidades alemanas de Colonia y Friburgo.
1. Fernández se responde admitiendo que se trata de un tema molesto, que hiere a la persona que ha pecado, y que aún no se ha arrepentido. ...
2. El autor indica que se ha de hacer énfasis en la grandeza del ser humano, es decir, en la dignidad que tiene cada persona. ...
3. Nos dice también que hay que volver a las constantes bíblicas: hay que recordar la fidelidad a la Alianza que Dios establece con su Pueblo. ...
4. Siguiendo con las constantes bíblicas, Fernández hace ver que el término “pecado” no aparece casi en la Biblia, pero sí están muchos equivalentes: desvío, equivocación, falta de sentido, desatino, infidelidad, incoherencia, pérdida del camino, mancha, impureza. Se trata de realidades que tienen toda la vigencia, y que hay que presentarlas en su equivalencia actual viva. Cualquiera entiende hoy la maldad y el torcimiento que se encierra en el engaño, el fingimiento, el insulto, la humillación, la violación, el abuso, la imprudencia, la mentira, el robo, el asesinato.
5. También hay que recuperar la referencia al bien y al mal. Cosa que no es difícil. Es clara la relación del bien con lo deseable, lo conveniente, lo armónico, lo bello, lo animante. Y la relación del mal como lo frustrante, lo descontrolado, lo desordenado, lo cruel, lo egoísta, lo agresivo, lo dañino.
6. Importante enmarcar lo bueno y lo malo en la perspectiva de los derechos y los deberes. Tengo el deber de trabajar, y será bueno cumplir tal deber. Será malo y pecaminoso incumplirlo. Un casado tiene derecho a la intimidad corporal con su mujer, pero no tiene derecho a tal intimidad con la esposa de otro. Será malo y grave faltar al respeto al derecho del otro.
7. Lo más decisivo de la relación de Dios con el ser humano es el amor. Y es indispensable hablar del Amor de Dios que nos llama a la existencia, que nos habla, que nos acompaña, que nos quiere virtuosos y limpios, parecidos a Él. Que nos quiere felices. Que nos perdona el pecado, con tal de que reconozcamos que se trata de un contacto con el mal que debe evitarse siempre.
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