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Hoy reflexionaremos sobre los viajes en el tiempo. Más concretamente, sobre los viajes al pasado. Su posibilidad o imposibilidad analizadas bajo la perspectiva del concepto de tiempo que intento transmitir: Nada de dimensión real. A lo sumo, un eterno presente en el cual todos y todo desarrollamos nuestros procesos vitales (O existenciales, en caso de entidades no biológicas. Véase el post número 10).
Para retomar los posts sobre el diseño del universo tras terminar la serie sobre los cambios climáticos y los diluvios tuve que hacer una revisión de lo visto. Después de una interrupción tan larga no tenía una visión clara del conjunto de lo publicado. Consideré que esa revisión también sería útil para los lectores, por lo que la plasmé en el anterior post, que inicialmente numeré como el doceavo. Pero posteriormente he decidido mantenerlo como índice y síntesis del conjunto de posts, por lo que lo renombro como post “Final”, dejando el número 12 para este que estáis leyendo: “¿Universo diseñado? (12): ¿Viajes al pasado?”
Así, pues, paso a referirme al anterior post, el número 11: En él expliqué cómo es posible que surja esa sensación de que todos avanzamos por una única dimensión que llamamos tiempo. Y que de alguna manera queremos asimilar a las otras tres dimensiones según las que percibimos el mundo físico: la anchura, la altura y la profundidad del espacio en el que estamos inmersos.
Al final de dicho post me comprometí a continuar con las cuestiones mencionadas en el post número 9, entre las cuales está la ficción de "saltar" hacia adelante o hacia atrás en "el tiempo". Veamos bajo la óptica de la idea del “eterno presente” qué tan real pueda ser esa creencia.
Nota: Si aún no he conseguido aclararte mi idea sobre el tiempo, es probable que lo que veamos en este post ayude a conseguirlo.
En el post séptimo me referí a los viajes en el tiempo para mostrar lo absurdo de la idea habitual del tiempo como dimensión que al igual que en una carretera se avanza, y, por tanto, se puede retroceder.
Pero hay que reconocer que a los que piensan así no les falta razón. Son coherentes. Yo creo que no les falla el raciocinio: Si el tiempo es una dimensión por la que avanzamos, ¿qué puede impedir que retrocedamos? Solo es cuestión de saber cómo.
Pero es que para llegar a conclusiones verdaderas (además de razonables) es preciso partir de informaciones también verdaderas. No basta razonar impecablemente, también es necesario que las premisas en las que se apoye el razonamiento sean verdaderas.
Y si la conclusión de que se podría retroceder en el tiempo es falsa por incongruente con la experiencia y por falta de coherencia interna (por lo que expliqué en el post Séptimo), debemos asumir que la premisa de que el tiempo es una dimensión es falsa.
La existencia de un pasado y un futuro como realidades de esa supuesta dimensión de tiempo no es más que una falacia útil para ordenar nuestras experiencias. Pero la única realidad que existe es el "presente". En este "eterno" presente se desenvuelven todos los acontecimientos: unos con mayor celeridad, y otros más pausadamente.
Siempre es en el presente que nosotros podemos contemplar cualquier objeto, ser vivo o persona en el punto concreto de su desenvolvimiento particular (de su proceso existencial) que haya alcanzado: Mi padre, envejecido, torpe y lento, porque ya superó muchas fases de su proceso existencial, puesto en marcha por mis abuelos también en el “eterno presente”. Mi nieto gracioso, ágil y bullicioso, porque han sido pocas las fases ejecutadas de su proceso existencial iniciado por sus padres, también en el "eterno presente". El fósil de trilobites que tengo en mi sala, petrificado y desgastado porque los procesos geológicos lo permeaminelizaron tras la muerte del ser vivo que una vez fue, y que posteriormente la erosión desgastó tras quedar expuesto a las corrientes de agua o aire. Pero todo también en el eterno presente.
Entiendo que sea muy difícil asimilar esto que digo, puesto que hablar de "eterno presente" ya es en sí contradictorio. Y ambos términos van asociados a la idea habitual de tiempo como dimensión real. Pero no encuentro, ni creo que exista, una palabra mejor para lo que he llamado "eterno presente", esa especie de explanada infinita (que no carretera) a la que aludí en el post décimo. Recuerda: sólo presencias el presente; nunca el futuro o el pasado. Siempre el presente. Es el único asequible a tus sentidos. El pasado no existe ni existió. Es siempre en el presente que contemplas al resto de seres o entidades existentes y en el grado de desenvolvimiento de sus procesos existenciales que se corresponden con el grado de desenvolvimiento de tu proceso vital. Y esto también afecta a los registros creados por los humanos como ayuda para las memorias, y que tanto ayudan a generar esa idea de un “pasado” real.
Así, pues, pretender viajar al pasado es tanto como intentar un viaje a ningún destino, y sin ninguna ruta. Verás imágenes proyectadas en pantallas, o las contemplarás en cuadros o en museos, o las leerás descritas en relatos. Todas ellas inducirán representaciones en tu imaginación. Y tú las asociarás a eso que llamamos pasado. Pero todo ese proceso sucede en el presente.
Si has podido seguir, asimilar y, quizás, empatizar con esta idea de “eterno presente” más bien que con la idea de “dimensión de tiempo”, comprenderás que no existe un pasado al que viajar. Si pretendes viajar a los años en que tus padres eran jóvenes, incluso en la imaginación, lo más que podrías es intentar dar marcha atrás a los procesos vitales de tus padres, de forma que en vez de envejecer, rejuvenecieran sus organismos (algo similar a lo que interpretó Brad Pitt en la película “El curioso caso de Benjamin Button”). Pero esto no revertiría al resto de la humanidad ni al resto del universo, que proseguirían sus procesos existenciales.
Como ves bajo esta idea de dimensión de tiempo inexistente, y sólo un presente en el que todo el contenido del universo desarrolla sus procesos vitales o existenciales independientemente, no existe incongruencia entre la teoría y la realidad. La teoría no contempla un pasado, y la realidad es que nadie ha observado un pasado. Sólo experimentamos el presente, incluyendo los desenvolvimientos de los procesos existenciales de humanos seres vivos u objetos inanimados.
Tampoco existe ninguna incoherencia interna, puesto que la idea del eterno presente no induce a ninguna acción que caiga en contradicción lógica con el contenido o las consecuencias razonables de la misma.
Si los viajes al pasado no tienen sentido, ¿cabría pensar que los viajes al futuro tampoco lo tienen?...
Bueno, no sé si es razonable pensar en “viajar” al futuro; pero algo parecido sí que puede ser posible. Aunque yo no optaría por tal tipo de “desplazamientos”.
Espero tratarlo en el próximo post.
Y a no olvidar, que todos estos posts van con la idea de clarificar la posibilidad de que el universo haya sido diseñado.
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