(Una colaboración de Josué Ferrer)
“Puede que el cristianismo sea una verdad para ti pero no lo es para mí”. “Eres un poco arrogante al pretender que tú tienes la verdad ¿no crees?”. “Cada uno tiene su verdad. Tú tienes la tuya y yo tengo la mía”. “No me impongas tus valores, no seas intolerante”, “La verdad absoluta no existe”. “Piensas así porque te has criado en un país cristiano pero si hubieras nacido en Arabia Saudita defenderías el islam”. “Puede que el cristianismo sea bueno para ti, pero no lo es para mí”.
¿Cuántas veces hemos escuchado argumentos de este estilo?
Los escépticos quieren hacernos creer que el cristianismo es en el mejor de los casos una verdad a medias, válida sólo para algunas personas, situaciones o circunstancias. Pero la realidad es que el cristianismo es la verdad que ha sido revelada a los humanos por Dios. Es una verdad total, universalmente válida para toda persona, tiempo o lugar pero las humanas filosofías que la cuestionan son todas falsas como vamos a ver.
Subjetivismo.
El subjetivismo (“lo que es verdad para ti puede no serlo para mí”) es autodestructivo porque cuando se afirma cosas tales como “No existe la verdad absoluta, cada uno tiene su verdad” está haciendo una afirmación insostenible. Porque si pretende ser cierta para todo el mundo, entonces sería una verdad absoluta (la misma verdad absoluta que defiende que no existe) y por tanto un argumento falso. Si por el contrario se trata únicamente de una verdad subjetiva entonces no es válida para todo el mundo, valdría para el relativista pero no para el cristiano. Se llegaría al absurdo de que cuando el cristiano dijera que Dios existe y el ateo dijera que Dios no existe ambos deberían tener razón. Nadie estaría equivocado nunca. El profesor Norman Geisler afirma que el relativismo impediría incluso la capacidad de aprender, ya que para aprender hay que moverse de una creencia absolutamente falsa a una creencia absolutamente cierta.
Relativismo moral.
El profesor J.P. Moreland explica que el relativismo moral sostiene que todos debieran actuar de acuerdo con el propio código de la sociedad del individuo y que esto implica que las proposiciones morales no son sencillamente verdaderas o falsas. Pero este planteamiento relativista es falaz. No es verdad que todas las culturas sean igual de respetables (no es lo mismo una nación como Islandia en la que una mujer puede ser primera ministra que una como Afganistán, donde no puede ir a la escuela). No es cierto que echar ácido sulfúrico en la cara a una mujer en Bangladesh, la ablación del clítoris en Suazilandia, la pedofilia en Arabia Saudita o el aborto libre en Holanda sean moralmente aceptables por más que allí estén que socialmente aceptados. Por encima de diferencias culturales, religiosas o espaciotemporales siempre será una verdad absoluta que está mal causar daño a un inocente o que debemos tratar a los demás como nos gustaría que nos tratasen.
Posmodernismo.
Para el posmodernismo la verdad no existe objetivamente: se trata de un producto de la cultura de las personas. El filósofo William Lane Craig replica: “Declarar que ‘la verdad es que no hay verdad’ es tanto contradictorio como arbitrario. Porque si esa declaración es verdad, no es verdad, puesto que no hay una verdad. El llamado deconstruccionismo por consiguiente no puede impedir deconstruirse a sí mismo. Además, tampoco hay razón para adoptar la perspectiva posmoderna en vez de, digamos, los puntos de vista del capitalismo occidental, del chovinismo masculino, del racismo blanco y así por el estilo, puesto que el posmodernismo no tiene más verdad en sí mismo que esas perspectivas”. Para el profesor Gene Veith: “No creer en la verdad es autocontradictorio. Creer es pensar en que algo es verdad; decir ‘es cierto que nada es cierto’ es una tontería intrínsicamente sin sentido. La misma declaración -‘no hay una verdad absoluta’- es una verdad absoluta’.
Escepticismo.
Es la creencia de que cualquier conocimiento confiable o absoluto es imposible y de que cualquier aspecto de lo sobrenatural es inaccesible a cualquier individuo. Su máximo exponente fue el filósofo David Hume. Pero el escepticismo se autoderrota. Para el profesor Gordon Clark “escepticismo es la posición de que nada puede ser demostrado y ¿cómo, preguntamos, puede uno demostrar que nada puede ser demostrado?” Según Geisler “la afirmación misma de que toda la verdad es imposible de conocer es presentada como una afirmación de la verdad. Como una afirmación de la verdad con el significado de que no puede hacerse ninguna afirmación de la verdad, se traiciona mortalmente a sí misma”. Según San Agustín si dudamos de la verdad ya estamos reconociendo una verdad (el hecho mismo de dudar) y además se puede estar seguro, como mínimo, del principio de no contradicción. Así pues, el escepticismo total ha demostrado ser falso.
Agnosticismo.
Su gran valedor fue el filósofo Immanuel Kant. Es la creencia de que el hombre o no conoce o no puede conocer la realidad, y por consiguiente la verdad. En teología, la teoría es que el hombre no tiene forma alguna de saber si Dios existe o no. Para Geisler se trata de otra filosofía autoderrotista ya que por un lado dice que no se puede conocer la realidad pero esta afirmación se presenta en sí misma como un conocimiento de la realidad, esto es, afirma tener conocimiento de aquello que denuncia que es imposible de conocer. Para el apologista Ravi Zacharias “no es posible dar por sentado alguna cosa acerca de la realidad final a menos que uno sepa algo de la realidad final”. El filósofo H.A. Prichard nos explica que es imposible que cualquier realidad dependa de nuestro conocimiento, o de cualquier conocimiento, ya que la realidad es en sí misma un hecho previo al conocimiento que podamos tener o no de ella. El agnosticismo se traiciona a sí mismo.
Misticismo.
Sostiene que el conocimiento directo de Dios, de la verdad espiritual o de la realidad última se puede alcanzar mediante la intuición inmediata o la percepción (lo subjetivo) y de modo distinto de la percepción sensorial ordinaria o del uso del razonamiento lógico. Para el budismo zen la realidad es una ilusión pero ¿cómo puedes decir tal cosa de la realidad sin conocerla? Y si es así ¿no es esta misma afirmación ilusoria? Para los panteístas las percepciones sensoriales son falsas pero si es así ¿por qué se ponen en guardia si les amenazas con un cuchillo? Para el hinduismo todas las religiones son verdaderas… aunque se contradigan. “La mayoría de los místicos admite que un ámbito de la verdad no es realmente verdadero después de todo; sólo es verdadero desde cierta perspectiva, una perspectiva que finalmente es falsa. Pero esto es una contradicción ya que la verdad no puede contradecirse a sí misma y todavía ser verdadera” -dicen Clark y Geisler-.
Conclusión:
“Una persona no puede funcionar o vivir mucho si actúa consistentemente como si la verdad fuera en arreglo a la perspectiva y no objetiva. Ella puede emitir cheques sin fondos porque su cuenta de banco tiene dinero “para ella”, beber veneno que “para ella” es limonada, caer en el hielo delgado del lago que “para ella” es grueso, o ser arrollada por un autobús que “según ella” no está avanzando “hacia ella”. Para una persona que quiere funcionar eficazmente y vivir en el mundo, la correspondencia entre la verdad objetiva y la realidad debe importar en algún sentido”, dice el escritor y apologista cristiano Josh McDowell. Pero por más que los escépticos insistan en lo contrario, la verdad es la verdad y la verdad absoluta existe. Es una verdad absoluta que la Tierra es esférica. Eso es una verdad absoluta hoy y era una verdad absoluta cuando el 99% de la gente pensaba que era plana. Porque la verdad no se decide votando ni depende de la moda.
Dios existe, esto es una verdad absoluta hasta para el ateo que dice no creer en Él. El infierno existe y allí irá la gran mayoría de personas a causa de su incredulidad y pecados. Esto es una verdad absoluta aunque se haya vuelto un tema tan tabú en nuestros días que ni siquiera en las iglesias se hable de ello. Detrás de tanta filosofía y relativismo lo que hay de fondo es gente quiere vivir su vida como le dé la gana, sin afrontar las consecuencias de sus actos, sin que nadie -ni siquiera su Creador- les juzgue. Mucha gente está instalada en una vida de pecado, y se goza en ella como un cerdo en el barro, y como no quiere cambiar su actitud pues simplemente decide negar al Todopoderoso y tratar de autoengañarse pensando que nadie le va a juzgar nunca por su maldad. Pero la Tierra era esférica aun cuando se decía que era plana. Y el Señor existe aunque el ateo diga que no. Así que más le valdría ponerse a bien con su Hacedor, antes de que sea demasiado tarde.
Josué Ferrer, autor del libro "Porqué dejé de ser ateo" [Disponible en Amazón].
También autor de este blog.
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