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En el anterior post vimos las evidencias que sustentan la hipótesis de que la tumba piramidal encontrada en el jardín trasero del palacio construido sobre los restos de una de las primeras casas de la familia de Jacob en Egipto es la propia tumba de José. Al final del post apunté que en el siguiente nos centraríamos en el argumento que con más firmeza sustenta esa hipótesis, argumento que curiosamente se basa en la “falta de evidencia”.
El tema de las evidencias lo he tratado en varios posts. Y en uno de ellos vimos más concretamente la utilidad argumentativa que pueda tener el hecho de que “no existan evidencias”.
En relación con la historicidad del Éxodo, aquellos que no la dan por cierta sólo argumentan que “no se ha encontrado ninguna evidencia de que los hechos narrados en Génesis sucediesen realmente”. Claro, ya hemos visto en los posts de esta serie que el gran error de estos es que sólo buscan evidencias arqueológicas correspondientes al periodo del Imperio Nuevo de Egipto, cuando todas las evidencias que se comentan en el documental “Patrones de evidencias: El Éxodo” y que confirman la historicidad del Éxodo son del Imperio Medio.
Pero es que aun tomando la probablemente errónea perspectiva de estos arqueólogos que esperan encontrar pruebas allí donde no acontecieron los hechos sus conclusiones son inaceptables desde un punto de vista lógico y objetivo, puesto que como acertadamente expresa la frase atribuida a Carl Sagan, “La ausencia de evidencia no es evidencia de ausencia”.
Pero otra cosa bien distinta es que de una ausencia de evidencias esperadas sí se pueda concluir la realidad de algún acontecimiento involucrado con la falta de esa evidencia (en este punto, quizás merezca la pena que eches una hojeada al posts que antes mencioné sobre este tema: puedes pinchar aquí).
Y esto es lo que ocurre con esa tumba piramidal que David Rohl y Charles Aling consideran que fue la que albergó el cuerpo de José.
¿Qué se esperaría encontrar en una tumba?
Está claro: huesos.
¿Qué menos que encontrar los restos del cadáver que albergó? Claro, si además se trata de la tumba egipcia de un alto personaje, como era propio de las tumbas piramidales, también sería lógico encontrar objetos de valor.
¿Qué se encontró en esta tumba que nos ocupa?
Respuesta: Ni huesos ni objetos de valor, sólo fragmentos de la estatua que comentamos en el post anterior.
Refiriéndose a la tumba, comenta David Rohl a Timothy P. Mahoney (ver documental desde el minuto 38:18): "En su interior no había nada aparte de unos fragmentos de la estatua destrozada. No había huesos ni abalorios ni féretro. Estaba vacía".
El que se encuentren tumbas saqueadas en Egipto no es nada raro. Eso podría explicar perfectamente la ausencia de objetos de valor. Pero no explica en absoluto el que no se encontrasen ni momia ni huesos. A la pregunta de Mahoney sobre la posibilidad de que esa tumba hubiese sido profanada por saqueadores responde Rohl: "No, no le habían profanado. ¿Qué ladrón de tumbas se va a llevar los huesos? Una osamenta de por sí no tiene valor alguno. Nadie se lleva los huesos".
¿Como se puede explicar la ausencia de restos del cadáver? ¿Quién puede tener interés en los huesos de un difunto? A esta pregunta responde David Rohl: "Sólo alguien que le brinda un tratamiento reverencial al cuerpo coge y se lleva los huesos. Se exhumó el cadáver y con él los bienes funerarios".
Si de respeto reverencial se trata, los egipcios lo demostraron dedicándole al difunto un sepulcro digno de su importante estatus, fuese quien fuese el difunto. Para cualquier egipcio, está claro que la profanación de la tumba sólo tendría sentido para robar los objetos de valor, no los huesos.
Está claro que, para cualquier egipcio, si reverenciaba al difunto de esa tumba, bien mostraba su devoción respetando los huesos en la tumba piramidal. Y si no le reverenciaba, ningún interés tendría por robar los huesos; se hubiese conformado con robar los objetos de valor.
En la Biblia sí encontramos explicación para la inaudita ausencia de restos humanos en la tumba piramidal situada en el patio del presunto palacio de José.
Sería lógico pensar que habiendo ascendido José a lo más alto de la sociedad egipcia imaginase a sus descendientes bien establecidos en Egipto, en la rica zona del Gosén. Durante sus años de vida en Egipto fue rico e influyente, y su familia participaba indirectamente de estos privilegios. Pocos indicios pudo tener de que con el correr de los años los egipcios acabarían infligiendo a sus descendientes tal nivel de penalidades que acabaron por anhelar salir de Egipto en busca de la libertad que sus verdugos les habían hurtado.
Pero lo cierto es que viendo cercana su muerte, anunció a sus hermanos que sus descendientes acabarían abandonando Egipto: "Y José dijo a sus hermanos: Yo voy a morir; mas Dios ciertamente os visitará, y os hará subir de esta tierra a la tierra que juró a Abraham, a Isaac y a Jacob". (Génesis 50:24).
Y siendo consciente de que los designios divinos, aún contra toda lógica, se cumplían, pidió a sus hermanos que llevasen sus restos cuando abandonasen Egipto camino de la tierra prometida a Abraham: "E hizo jurar José a los hijos de Israel, diciendo: Dios ciertamente os visitará, y haréis llevar de aquí mis huesos". (Génesis 50:25).
Aun así, tras la muerte de José, sus restos fueron sepultados en Egipto: "Y murió José a la edad de ciento diez años; y lo embalsamaron, y fue puesto en un ataúd en Egipto". (Génesis 50:26).
Así, pues, José fue sepultado en Egipto, probablemente en la tumba que referimos en este post. Y allí quedó durante los cuatro siglos que permanecieron los israelitas en Egipto.
Pero cuando Moisés sacó a los israelitas de Egipto no olvidó el deseo de José de yacer en la tierra prometida a Abraham, sino que lo cumplió tal como podemos leer en Éxodo 13:19: “Tomó también consigo Moisés los huesos de José, el cual había juramentado a los hijos de Israel, diciendo: Dios ciertamente os visitará, y haréis subir mis huesos de aquí con vosotros”. (Éxodo 13:19)
De lo visto en este y en el anterior post, podemos sintetizar que estamos ante:
¿Cuál parece la conclusión más razonable?
Lo más razonable es pensar que estamos ante la tumba, actualmente vacía, de José.
En este punto cabe preguntarse lo mismo que Mahoney preguntó a David Rolh hacia el minuto 38:18 del documental:
“¿Por qué nunca hemos oído hablar de estos hallazgos?”.
A lo que Rolh responde:
“Porque en el esquema de fechas manejados por los investigadores, estos episodios se remontan a una época que se considera muy anterior a los israelitas. Lo que yo digo es ¿por qué no llamar a las cosas por su nombre?”.
Si quieres leer o releer la cuestión sobre la confusión de fechas, puedes repasar los dos primeros posts sobre este tema (pincha aquí).
Enlace al mencionado documental : "Patrones de evidencia: El Éxodo".
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