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Vimos en el anterior post sobre esta temática que el derecho a la libre opinión, junto con la implícita necesidad de poder expresarla, no implica ningún derecho a decir lo que “nos dé la gana”.
También comentamos la dificultad de distinguir los casos verdaderos de los fraudulentos. Porque los que fraudulentamente invoquen sus derechos para opinar libre y públicamente, al margen de cuál sea su verdadera intención, siempre argüirán que "están expresando sus opiniones". Astutamente se cubrirán para atacar, ofender, calumniar, desacreditar, engañar, etc. difundiendo ideas y falsedades por cualquier medio. Pero no porque lo que difunden represente sus opiniones, sino por la utilidad que sacan para sus propósitos.
Supongo que esta percepción mía no es compartida por gran cantidad de personas. Para ellos, esas manipulaciones les serán transparentes. Presentes ante ellos, pero invisibles como vitrinas impecablemente limpias.
¿Por qué?
Sencillamente porque la “perversa interpretación” del artículo 19 de la DUDH ha calado tan hondo en nuestra sociedad, que, ante manifestaciones mediáticas, artísticas o de masas, el foco de atención se centra exclusivamente en el hecho de que “son formas de expresión”. Para nada cuenta si representan ideas, ideales o sencillas opiniones; o si en realidad son medios de manipulación o coacción. La inmensa mayoría ya tiene el convencimiento de que cualquier tipo de expresión forma parte de los derechos humanos; así que da por supuesto que hay que aceptarlas…
… incluso si son instrumentos utilizados precisamente para extirpar los legítimos derechos de otras personas o colectivos. Es decir: Coartar el derecho a la libertad de expresar la opinión mediante la instrumentalización fraudulenta del verdadero derecho a opinar que proclama el artículo 19 de la “Declaración Universal de los Derechos Humanos”.
Curiosa paradoja: aceptación social de que conductas ilegales se utilicen impunemente para reprimir conductas legales.
Tiene “cachondeo” que precisamente el artículo que se introdujo en la Declaración Universal de Derechos Humanos para proteger la libertad de opinión sea utilizado como ariete para machacar la libertad que se pretendía inicialmente proteger.
Es lo que hay.
No perderé tiempo en localizar ejemplos mediáticos. Y caso de que ya los tuviese recopilados, no me atrevería a mencionarlos en esta web (no sea que salga “escaldado”). Pero mi memoria todavía funciona, y simplemente apelo a la tuya para “ver si recuerdas” casos mediáticos involucrando a líderes religiosos puestos en la picota por expresar sus opiniones en púlpitos o en medios de comunicación (también casos de políticos e incluso simples personajes populares).
La excusa esgrimida para doblegar la libertad de estos osados voceros es que sus opiniones están obsoletas hoy día (ya sabes: cuestiones como las del aborto, el divorcio, la virginidad, la fidelidad, el pudor, …).
Cierto que esas son cuestiones “muy opinables”. Pero es que justamente el artículo 19 de la DUDH se redactó para defender la libertad de opinar. Y la esencia del “opinar” está tanto en el asumir como propias las ideas que se expresan, como en el mismo hecho de expresarlas. Si por cualquier medio se coarta esa expresión, se está atentando contra el derecho a la libre opinión. ¿Por qué se ha de obstaculizar la opinión de alguien simplemente porque esa opinión “no esté muy acorde con los tiempos actuales”? Es “su” opinión, y tiene tanto derecho a expresarla como cualquier otro
Pero se podría argumentar: “Bueno, el pensar que las de otros son opiniones obsoletas, ridículas o peligrosas también es “otra opinión más”. Por lo tanto, también se tiene derecho a expresarla”.
Pues sí, es otra opinión más: se puede mantener y expresar.
Pero no más.
Ir más allá de la expresión de esa opinión es algo para lo que no da cobertura el artículo 19 de la DUDH.
¿Qué sería ir más allá de expresar la opinión?
Sin ir más lejos, defenderla… con guerra sucia.
Hay matices muy sutiles entre expresar la opinión y defenderla. En realidad, la misma expresión de la opinión es en sí el medio para su defensa. Pero hay quienes se atribuyen el derecho a defender sus ideas con más artillería. Y no me refiero a la violencia física, incluso verbal, porque afortunadamente ese tipo de artillería sí es repudiada mayoritariamente en nuestra sociedad. Me refiero a otras armas dialécticas que desafortunadamente no se repudian y son aceptadas tácitamente en las controversias ideológicas, tales como:
La mentira
Mentir es decir lo contrario de lo que se piensa. Así, pues, cuando se miente se está expresando algo diferente de la propia opinión.
La calumnia
Según la RAE, calumniar es “Atribuir falsa y maliciosamente a alguien palabras, actos o intenciones deshonrosas”. Así, pues, no es otra cosa que una variante de la mentira, por lo que tampoco se está expresando la propia opinión cuando se calumnia.
Los insultos
Salvo que se tengan pruebas, el usar los insultos típicos de nuestro contexto no sería más que mentir o calumniar.
La humillación, la ofensa, la desacreditación.
En estos casos hay dos posibilidades:
Que se haga mediante informaciones falsas, con lo cual estaríamos ante una variante de mentira. Y ya hemos visto que la difusión de mentiras no tiene cabida dentro del derecho a la libertad de expresar la opinión propia.
La otra posibilidad es que se haga utilizando informaciones ciertas o que sinceramente se creen ciertas. No se puede negar que esas informaciones forman parte de la opinión que se tenga sobre la persona a la que se quiere humillar. Y según el artículo 19 de la DUCH sí se tendría derecho a difundirlas. Pero es preciso no olvidar que en situaciones en las que la proclamación de las propias opiniones choque con los derechos de otras personas, la cobertura del artículo 19 de la DUDH no basta para mantener protección legal. En nuestro sistema jurídico existen figuras legales ante las cuales se deberá responder con pruebas o sólidos argumentos (derecho al honor, a la intimidad, a la propia imagen, a la privacidad domiciliar, a la confidencialidad de los datos personales, ...).
Por otra parte, resulta incongruente el pretender mantener libertad de expresión justo para intentar suprimir la libre expresión de otras personas. Pero bueno, supongo que los que con la artillería de la “guerra sucia” pretenden acallar a los voceros incómodos, pocos reparos tendrán en ser tan incongruentes como ruines.
Otra cosa esperaría de la audiencia de los medios de comunicación y demás foros de expresión pública:
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Por si quieres recordar el artículo 19:
"Todo individuo tiene derecho a la libertad de opinión y de expresión; este derecho incluye el de no ser molestado a causa de sus opiniones, el de investigar y recibir informaciones y opiniones, y el de difundirlas, sin limitación de fronteras, por cualquier medio de expresión".
(Artículo 19 de la "Declaración Universal De Derechos Humanos")
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