En nuestra sociedad actual hay un creciente interés por la ecología y la conservación de los recursos naturales. Y a veces pensamos que es algo exclusivo de nuestra actual sociedad, como reacción a los excesos del consumismo exagerado. Por eso es interesante constatar que ya hace 35 siglos se registraba en la Biblia normas para evitar el agotamiento de las tierras.
Desde los inicios de la creación del pueblo hebreo, recibieron normas estrictas y concretas en este sentido. Véanse en Levítico 25:2 a 5:
“Habla a los hijos de Israel y diles: Cuando hayáis entrado en la tierra que yo os doy, la tierra guardará reposo para Jehová.
Seis años sembrarás tu tierra, y seis años podarás tu viña y recogerás sus frutos.
Pero el séptimo año la tierra tendrá descanso, reposo para Jehová; no sembrarás tu tierra, ni podarás tu viña.
Lo que de suyo naciere en tu tierra segada, no lo segarás, y las uvas de tu viñedo no vendimiarás; año de reposo será para la tierra”.
A menudo se considera que las normas bíblicas sólo tienen un sentido ritualista. Y poco discutiré al respecto cuando se trate de cuestiones litúrgicas relacionadas con el culto del templo (aunque no me sorprendería encontrar implicaciones prácticas aún en ellas). Pero gran cantidad de mandatos recogidos en los libros del Pentateuco tenían un sentido práctico para la higiene, la sanidad, la prosperidad, etc. del pueblo de Israel. Concretamente, en estos versículos, el objetivo es claro: evitar el agotamiento de las tierras con el consiguiente empobrecimiento y la aparición de hambrunas.
Por aquí, en Europa, para evitar ese tipo de calamidades, en la edad media se comenzó a practicar el barbecho. Mediante esta técnica, se deja descansar una parcela de tierra por uno o varios años, antes de volver a cultivarla.
La diferencia fundamental del barbecho con la norma bíblica para el descanso de las tierras es que con el barbecho, además de alternarse los cultivos en secuencias cronológicas, se alternaban las parcelas: mientras unas estaban en barbecho, otras estaban en explotación. Parece de lo más razonable, puesto que si todas las parcelas de cultivo estan en barbecho, ¿de dónde se obtendrá alimentos?
En cambio, la norma bíblica sólo contempla la alternancia cronológica: 6 años para explotación y uno para descanso y recuperación de las propiedades nutritivas de los terrenos.
La lógica pregunta que viene a la mente: ¿De qué se alimentarían los Israelitas durante el séptimo año, mientras todas las tierras descansaban?
Buena pregunta, que seguro también inquietó a los israelitas. Pero pregunta ya prevista por el "Legislador":
"Y si dijereis: ¿Qué comeremos el séptimo año? he aquí no hemos de sembrar, ni hemos de recoger nuestros frutos".
(Levítico 25:20)
Pero el Legislador no sólo previó la pregunta, sino que también “organizó” la respuesta:
"Entonces yo os enviaré mi bendición el sexto año, y dará fruto por tres años".
(Levítico 25:21)
¡Menudo año el sexto! No sólo duplica su fruto por dos, para compensar el descanso del séptimo año, sino que lo triplica.
¿Por qué? Veamos que finalidad tenía cada uno de los tercio de esa “tri-abundante” cosecha del sexto año:
Primer tercio: Para la alimentación de ese mismo año sexto.
Segundo tercio: Para alimentación del séptimo año, puesto que la tierra descansa y no produce.
Tercer tercio: Para alimentación durante el octavo año, puesto que aunque se siembra en ese octavo año, no habrá fruto disponible hasta su finalización. Bien lo explica el versículo 22:
"Y sembraréis el año octavo, y comeréis del fruto añejo; hasta el año noveno, hasta que venga su fruto comeréis del añejo."
(Levítico 25:22).
Ya veis: hasta la edad media no se inicia en Europa la práctica del descanso de las tierras productiva; pero hace unos 35 siglos ya el pueblo de Israel recibió en la Biblia normas para conseguir ese mismo objetivo.
Pero esta peculiar “forma de barbecho” “a la judía”, sugiere una pregunta:
¿Será cierto? ¿Ya es posible que durante 5 años los campos den cosechas, llamémoslas “normales”, y que el sexto año den, esos mismos campos, una cosecha “triple” de lo habitual?
Supongo que esa "rareza" que vivieron los israelitas jamás podrá ser demostrada con pruebas arqueológicas. Ni tampoco creo que se llegue a demostrar el grado de cumplimiento de la norma la norma bíblica. Pero tras reflexionarlo, me inclino a pensar que sí aplicaron la norma, y que los "sextos años" fueron "hiperproductivos". No me refiero a pensar que sí porque soy creyente y, por tanto, “creo lo que la Biblia dice”, sino porque encuentro argumentos que más bien lo confirman. Me explico:
Me baso en dos cuestiones que supongo nadie pondrá en duda:
Primero, que el pueblo judío en general era muy religioso. Se tomaba los mandatos del pentateuco muy en serio, por lo que cabe pensar que este mandato también lo ponían en práctica.
Segundo, porque la inteligencia del pueblo judío ha quedado demostrada repetidamente a por a historia y por el amplísimo elenco de personajes ilustres que ocupan puestos muy destacados en las listas de científicos, artistas, financieros, mecenas, etc. Si lo habitual entre aquel pueblo también era la abundancia de personas pragmáticas e inteligentes, me cuesta mucho pensar que insistieran en esa práctica agrícola reiteradamente si realmente el sexto año no les producía para alimento también durante el séptimo y octavo año.
Y suponiendo que realmente así sucedió, es decir: que los judíos practicaban el descanso de la tierra cada 7 años, y que realmente el sexto año producía lo equivalente a 3 años, cabe una última pregunta:
¿Era esa “hiper-productividad” del sexto año consecuencia de algún fenómeno “natural” no conocido, o respondía a intervenciones especiales de algún ser o seres diferente a los israelitas, llámese Dios, ángeles,...?
Ahí lo dejo. Confío que te motive a la reflexión.
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