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En el artículo anterior pretendía revisar el actual concepto de Salvación, asociado más bien al futuro y prácticamente desconectado del presente. Como alternativa propuse una serie de textos bíblicos de los que se desprende una idea de Salvación más próxima a la realidad cotidiana de la vida física en el presente. Como consecuencia de esta revisión surgieron nuevas cuestiones. El objetivo de este segundo artículo es tratar algunas de ellas.
Primeramente debo aclarar que al final de este artículo sí se hace referencia a cuestiones transcendentales, lo cual no entra dentro de los propósitos generales de este sitio web (véanse el "Saludo" en la página inicial y las páginas "Sobre nosotros" y "Sobre los contenidos y los debates"). Pero entiendo que es preciso por atención a los lectores creyentes. Para ellos (y también para mi) la revisión del concepto de Salvación no quedaría completa si no se contempla, aunque sea someramente, su aspecto transcendental (que en el fondo es el más perdurable).
Así, pues, ruego a los lectores no "creyentes" que sean condescendientes con el post... y lo lean, aunque sea con escepticismo. O en todo caso, que lo salten y esperen al siguiente. Sí, pues mi propósito es terminar el asunto con un tercer artículo en el que veamos las cuestiones abiertas que sí tiene mayor incidencia en los aspectos no transcendentales de la Salvación, como son: ¿De qué tendrían que salvarme aquí, durante la vida física? ¿Cuáles son esas implicaciones mencionadas? ¿Son positivas o negativas? Y también justificar la afirmación inicial del primer artículo: “...la poca influencia que la Biblia tiene actualmente en personas y sociedades está motivada en gran medida por los conceptos actuales que circulan sobre la Salvación.”
La segunda aclaración es solo técnica: para aligerar el texto he incluido referencias o versículos en rectángulos emergentes. Para leerlos sólo es preciso dejar el ratón unos pocos segundos encima del texto en azul.
La primera cuestión con la que terminaba el artículo anterior era sobre la misma esencia de la Salvación una vez reubicada en la vida cotidiana: ¿Cómo entender que la salvación es un estado de la persona?
Ya reconocí no estar seguro de que la mejor palabra para definir la salvación fuese “estado”, pero suelo emplearla por que me ayuda a “visualizar” el concepto de Salvación. Antes sólo tenía una idea vaga, teórica, desconectada de imágenes relacionadas con la vida cotidiana. Al visualizarla como un estado, como una forma de ser y existir de la persona, la Salvación dejó de ser una vaguedad para convertirse en un conjunto de cosas concretas que se manifiestan y repercuten en nuestra vida cotidiana, en la de las personas que nos rodean y hasta en la sociedad en general.
El Diccionario de la Real Academia Española tiene dos acepciones para la palabra "estado" que entroncan perfectamente con la idea que quiero transmitir:
La utilización del término en otros contextos aclara más la idea: Si no referimos al estado civil, encontramos personas que están casadas, solteras, viudas, divorciadas, separadas, menores de edad, hijos emancipados,... A cada uno de esos estados civiles asociamos unos hábitos de vida, unas responsabilidades, unas ventajas, unos inconvenientes, etc. Si lo aplicamos al ámbito laboral, sucede igual si distinguimos entre trabajadores, parados, patrones, autónomos, etc.
Como dije más arriba, no siempre he entendido la Salvación como un “estado”. Fue leyendo Romanos 5:1-11 cuando se asociaron en mi mente las ideas de “Salvación” y “estado de la persona”. Este es uno de mis pasajes favoritos, pero en su día me costó asimilarlo. Para conseguirlo, tuve que redactar una paráfrasis que me ayudó a retenerlo a medida que me aclaraba. En el siguiente enlace está el texto de Romanos 5:1-11 en versión RV y a continuación la paráfrasis. Te propongo que antes de continuar leas el texto en versión RV. Si te resulta complicado, continúa con la paráfrasis, quizás te ayude. (Sugiero que abras el enlace en una pestaña diferente; de esa forma podrás continuar con el artículo y consultar rápidamente el texto de Romanos si lo consideras necesario).
Con ese pasaje en mente no es complicado mostrar las claves que me llevaron a asociar la salvación con la idea de "estado de la persona", en el presente, durante la vida física. Veamos:
Hasta ahí las claves que me mostraban la Salvación como un estado de la persona, referido al presente.
Pero había más. Había una cuarta clave que permite responder otra de las cuestiones que quedaron abiertas en el artículo anterior:
Esta cuarta clave, junto con muchos otros textos bíblicos que presentan un aspecto transcendental de la Salvación, enlaza con otra de las cuestiones que quedaron abierta en el primer artículo: ...
Claro está que la Salvación como esperanza futura tras la muerte física solo tiene interés para aquellos que creen en la eternidad del alma y en la existencia de Dios (ya aclaré al inicio que en este artículo tocaríamos cuestiones transcendentales). En lo que respecta a los autores del Nuevo Testamento, no solo creían en ambas cosas, sino que tenían tal convencimiento que en ningún caso pretenden demostrarlas.
Pues bien, ¡sea! por los interesados en la eternidad del alma y creyentes en un Ser supremo: Hay dos vertientes en la relación del presente con el futuro de la Salvación:
En lo que se refiere a la "situación" o "modo de ser o estar" (acepción 1ª del DRAE), tras la muerte física existe "nuevamente" un cambio; y esta vez de forma radical, pues ya no se "está" físicamente.
Digo "nuevamente" porque vimos en el apartado 2º que "el inicio del estado de Salvación" ya supone un cambio durante la vida física. Pero este cambio inicial de "situación" o "modo de ser o estar" solo tiene que ver con las formas de ver, interpretar e interactuar con el mundo físico y con la sociedad. Por el contrario, cuando llega la muerte física, el cambio es radical: ya no hay un cuerpo con el que ver, interpretar la realidad e interactuar con ella.
Respecto a como sea la nueva situación (el nuevo modo de ser o de estar) no está del todo claro, pero hay bastantes textos bíblicos que dan pistas al respecto. (Dado que este asunto rebasa por mucho la temática del artículo, solamente mencionaré algunos pasajes bíblicos sin mostrar los textos. Si tienes interés, puedes practicar con el buscador bíblico de la izquierda: Juan 14:2-3; 1ª Corintios 15:51-55; 2ª Corintios 5:1; 1º Tesalonicenses 4:13-17; Juan 20:24-29; Apocalipsis 22:2-5; Romanos 5:2).
Pero en lo que se refiere a la "condición" (acepción 3ª del DRAE), entendida como el estatus respecto a la relación con Dios, existe una relación de CONTINUIDAD: no hay cambios.
Esta es una verdad de "perogrullo": si aquí estamos en paz con Dios, como hemos visto en Romanos 5:1, tras la muerte física seguiremos estando en paz con Dios.
En cambio, si aquí "pasamos" de Dios, lógico es pensar que Dios también pase de nosotros, y que tras la muerte física siga "pasando de nosostros". La idea de "vivir aquí la vida al margen de Dios" y pretender estar con Dios tras la muerte física no tiene ninguna base en textos bíblico.
Así, pues, en lo que respecta a la relación con Dios, la muerte física representa un "pequeño incidente" que afecta sólo al "modo de ser o estar", sin ninguna consecuencia para la relación eterna con Dios.
De los textos Bíblicos se concluye que la eternidad del alma es general para toda la especie humana. La única diferencia que se establece es en la forma de relación que los humanos mantengamos con Dios: o se está en paz con Dios, o se está destituido eternamente de su presencia. Y la decisión del tipo de relación que queremos con Dios se toma durante la vida física. Tras ello, se obra consecuentemente facilitando los cambios en el "modo de ser y estar" que Dios considere oportunos. Por otra parte, también se empieza "ya" a disfrutar de las ventajas de mantenerse en paz con Dios, muchas de las cuales las hemos podido leer en el pasaje de referencia que hemos utilizado en este artículo: Romanos 5:1-11.
Partíamos con el propósito de revisar la idea de Salvación actualmente más extendida, la de algo relacionado con el futuro, tras la muerte física.
En estos dos artículos hemos repasado una serie de textos bíblicos de los que se desprende una idea de Salvación que involucra tanto al presente, como al futuro: Es un estado de relación con Dios que empieza en cuanto optamos por esa posibilidad, y que implica cambios en la forma de ser y estar mientras vivamos en este mundo. Y que continúa de forma "natural" tras la muerte física con los cambios lógicos respecto a la forma de existencia, pero sin cambios en lo que respecta a la relación con Dios.
Para el siguiente y último post dejo el resto de cuestiones planteadas en el primero: ¿De qué hay que salvarse aquí, durante la vida física? ¿Qué implicaciones tiene el cambio de situación en la vida de las personas,.. y también de las sociedades?
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