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Vuelvo con el tema de la riqueza y su distribución; pero ya no referida a la redistribución vía impuestos, como hemos tratado en los post anteriores. Prácticamente aquél tema se agotó con el último post, pero aún estaba redactándolo cuando decidí dar continuación al tema de la distribución de la riqueza a raíz de unas declaraciones que oí en unos de los "zapping" por la cadenas de televisión. Creo que en esa ocasión era Artur Mas, pero ni estoy seguro, ni es necesario estarlo, puesto que este tipo de reivindicaciones son muy habituales: "Es necesaria una distribución más justa de la riqueza". Hace unos dos o tres meses la pude leer repetidamente acompañada de estadísticas sobre la cada vez mayor brecha entre ricos y pobres; y ya no referida a la redistribución vía impuestos, sino en general, como proclama contra las diferencias de salarios y de rentas.
El que haya tanta distancia entre el mundo de los más pobres y el de los más ricos no me cabe ninguna duda que es consecuencia muy directa de la facilidad con la que se puede acceder a vías injustas de enriquecimiento. Esto lo tengo clarísimo y redunda en la idea de los anteriores post, de que la principal preocupación de los estadistas debiera ser luchar contra la lacra del enriquecimiento injusto, el de los que en los anteriores post he llamado "cariñosamente" bribones.
Así, pues, ¿qué pasa? ¿No es sólo el gobierno quien pone el carro delante de los bueyes en esta cuestión? … ¿Es un vicio generalizado el de obsesionarse por corregir la consecuencia (la acumulación injusta de riqueza) olvidando evitar la causa que la provoca (el enriquecimiento por medios injustos)?
Salvo que repartamos con justicia la riqueza injustamente obtenida, ¿qué más podemos hacer sin llegar a caer en el error de también expoliar al que justamente ha generado un patrimonio mediante su esfuerzo, inteligencia y decisión? Porque la riqueza no cae del cielo como la lluvia, que moja a todos por igual.
Bueno, esto último quizás precise revisión; porque ciertamente hay quienes opinan que la riqueza sí es una bendición que cae para todos como la lluvia. Bajo ese planteamiento es lógico pensar que lo justo es la participación de todos en la riqueza, y a poder ser, en la misma proporción: ¿por qué algunos han de tener más bendición que otros?
Pero...¿realmente la riqueza cae como la lluvia, empapando a todos por igual? ¿Es cierto que la riqueza viene dada de forma natural como la tierra o los bienes naturales: el sol, el aire puro (cuando no lo hemos "fastidiado"), el agua cristalina, etc.?
Si hablamos de la riqueza natural, tal cual nos la ofrece la madre tierra, entiendo perfectamente la frase “distribución más justa de la riqueza”. Todos los que vivimos en este planeta tenemos derecho a los bienes disponibles de forma natural en el planeta, y no veo razón (salvo la "fuerza") para que unos reclamen mayor proporción que otros. Esto, dicho en términos generales; pues cabrían matizaciones y discusiones acerca de en qué medida y de qué manera tendrían los australianos, por ejemplo, derecho a los bienes naturales que se encuentran en Europa.
Pero si hablamos de la riqueza generada por el ser humano, ya me cuesta más calibrar esa "distribución justa de la riqueza". Los criterios de distribución justa se complican.
Respecto a la riqueza natural, es decir, los bienes disponibles directamente en la naturaleza, comparto el criterio de que “todo lo que hay” es de “todos por igual”. En todo caso, acepto el criterio de “el que primero llega, es el primero que lo aprovecha” (Aquí no vendría mal un post sobre la fundamentación del "justo derecho a la propiedad", porque una vez que llegas primero, ¿ya tienes derecho a todo, incluso a la destrucción de esa propiedad sin que medie provecho alguno para ti y privación de un posible beneficio a otro que llegue más tarde?).
Cuando hoy día hablamos de riqueza no solemos referirnos a ese tipo de bienes, porque en realidad la riqueza natural no es muy aprovechable directamente: ¿De qué te sirve un yacimiento de hierro o un río caudaloso? En el río quizás podrías bañarte; y hasta beber de sus aguas. Pero del yacimiento poco podrías comer. Y no dejan de ser bienes naturales de mucha utilidad por el simple hecho de que tú no seas capaz de aprovecharla.
Cuando hablamos hoy día de riqueza estamos pensando en coches, casas, ordenadores, yates, filetes, naranjas, etc. Todas cosas, o bien construidas, o bien cultivadas y elaboradas hasta el punto de poder ser consumidas. Y claro, esto no se encuentra tal cual en la naturaleza. Se precisa algo más.
(A esto se le llama hoy día''riqueza''; aunque bastante menos también es suficiente para sentirse "rico")
¿Qué más se precisa para que realmente se produzca riqueza según la entendemos hoy día?
Pues además de bienes naturales, a estos es preciso añadirles trabajo, inteligencia y voluntad:
Trabajo, para modificar los bienes hasta conseguir la forma, disposición y ubicación que realmente los hacen utilizables y deseables.
Inteligencia, para diseñar los productos, además de organizar y optimizar los procesos que mediante el trabajo conseguirán que los bienes naturales sean utilizables y deseables.
Y voluntad para poner en marcha todos esos procesos y luchar contra las dificultades, que nunca faltan cuando la iniciativa pretende avanzar.
Así, pues, la riqueza, más que algo caído del cielo, es el producto de una forja en la que se parte de medios naturales factibles de ser transformados, pero que sólo el trabajo inteligente y decidido conseguirá la transformación. Sólo este triunvirato (trabajo, inteligencia y voluntad, sin faltar ninguno de los tres elementos) conseguirá transformar la posibilidad en realidad, en cosas realmente aprovechables para la alimentación, el transporte, el vestido, el cobijo, la salud, el placer, etc.
Antiguamente --hace milenios, que no siglos-- quizás lo habitual era que una sola persona ejerciese por sí misma, y sistemáticamente, las tres funciones: decidir, idear y trabajar para conseguir. Él solo planificaba la cacería, pensaba la mejor manera de construir el arco, se empeñaba en realizarlo, lo terminaba, y tras ello, corría en busca de ciervos para cazarlos, despellejarlos y aprovechar las pieles para vestido. Pero eso duró poco. Los más espabilados y decididos se ocuparon de organizar mejor las cosas involucrando al resto de vecinos (por la buenas o por las malas) y poco a poco esas tres funciones básicas se fueron desdoblando, con lo que llegamos a las fechas actuales, donde no sólo las funciones básicas están desdobladas, sino que hasta los trabajos más sencillos también se dividen en sub-tareas. Piensa en la construcción de un arco moderno: uno corta el árbol, otro lo transporta, otro sierra tableros, otro los transporta de nuevo, otro da forma básica al arco, otro se ocupó de fabricar la cuerda, etc… O en la parte que toca a la inteligencia: unos han diseñado las máquinas de talar, otros los camiones de transporte, otros las cuerdas, otros el diseño de conjunto del arco. Incluso las voluntades que pusieron en marcha los diferentes procesos que culminaron con la realidad de un arco en el estante de una tienda de deportes han sido muchas. Probablemente nadie habría iniciado la empresa de fabricar arcos deportivos o de caza partiendo de la madera hasta terminar en la venta. Quizás algún artesano muy animoso; pero de darse el caso, ten por seguro que no terminará acumulando mucha riqueza.
Así, pues, supongo que ya estarás de acuerdo conmigo en que actualmente la riqueza ni cae del cielo ni es obra de unas pocas personas. Intervenimos muchos, y con diferentes funciones, pero básicamente aportando trabajo, inteligencia e iniciativa para poner en marcha los procesos que transforman lo diréctamente inutilizable en objetos o alimentos aprovechables y deseables.
Hago un pequeño inciso para responder a la pregunta que mentalmente se habrá hecho más de un lector. Quizás te hayas preguntado donde dejo "el capital", que es parte fundamental de toda empresa. Cierto que no basta con empresarios, técnicos y trabajadores para crear mantener y hacer próspera una empresa. También se cuenta con el capital, que aportan los "capitalistas". Pero si lo piensas bien, el capital no deja de ser más que trabajo e inteligencia ya cristalizado en resultados concretos, sean bienes industriales o medios financieros para ponerlos en marcha y mantenerlos activos. El que un socio capitalista te facilite unos millones para iniciar la empresa construyendo pabellones y metiendo maquinaría es el equivalente a que él mismo participase en la empresa desde el inicio diseñando la maquinaria y construyéndola por sí mismo. Cuando se aporta capital, en realidad se está aportando el fruto de un trabajo previo (intelectual y/o manual) que ha sido convertido en bienes utilizables o en moneda de cambio convertible en esos bienes. |
Y ahora, la "pregunta del millón": ¿De qué forma se puede repartir justamente la riqueza producto de la actividad de ese triunvirato que antes he mencionado (trabajo, inteligencia y voluntad)? En otras palabras: ¿cómo dilucidad en qué medida han de participar de la riqueza generada las personas que han intervenido en un determinado proyecto aportando su trabajo, su inteligencia o su iniciativa, decisión y empuje para ponerlo en marcha (o una mezcla de esas funciones)?
Pues nó, no voy a seguir en este post intentando dar respuesta a esa pregunta. En el fondo ya he apuntado la pista fundamental más arriba, pero ciertamente hay que matizar más el tema. Pero como ya he rebasado el umbral de palabras que me autoimpongo para cada post, dejaré el reto para más adelante (y también el ver qué opinión sustenta la Biblia de todo esto).
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