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Hace pocas semanas traté de deshacer el mito de que Adán y Eva vivían en un “Jauja” terrenal. Sí, esta extendida la idea de que Adán y Eva tenían el privilegio de mantenerse sin necesidad de procurarse el sustento. Una cosa es que el Jardín del Edén fuese un territorio fértil y encantador, y otra muy distinta que Adán y Eva viviesen como los Eloi's de la novela “La Máquina del Tiempo” (o la película: “El tiempo en sus manos") cuando no eran “cosechados” por los Morlock's.
Concluía ese anterior post subrayando la idea de que en el mundo físico que por ahora nos toca vivir existe una cadena causal que relaciona el trabajo con la producción de bienes y con el uso y disfrute de dichos bienes. He aquí el sencillo esquema al que responde esa cadena:
trabajo > bienes producidos (o adquiridos) > disfrute de dichos bienes
Como colofón, mantenía que ni siquiera en el “Paraíso Terrenal” se la saltaban. Porque cuando se viola esa serie causal comienzan los problemas, tanto individuales como colectivos o sociales.
Traigo a colación este tema porque considero que en nuestros días se están instaurando de forma inadvertida prácticas que destrozan esa cadena causal (recuerda: “trabajo > producción > disfrute"). Y es que en mi opinión son esas cada vez más extendidas prácticas las que están en el origen de la crisis galopante que padecemos hoy día. Aún más: es mi convencimiento que la generalización de ese tipo de prácticas (más concretamente, las que trataremos como del "tercer grupo") probablemente nos traigan en un futuro, quizás aún lejano, fracturas sociales hasta ahora no conocidas por el género humano (¡Vaya! Esto me ha salido un poco «Apocalíptico». ¡Quiera Dios que no resulte profético!).
Y esto es lo que por desgracias estamos padeciendo hoy día de forma progresiva. Pero lo peor no es que estén generalizando de forma escandalosa estas prácticas, sino que han conseguido legitimarse en gran medida. Esto agrava enormemente sus consecuencias, pues no sólo la defensa frente a ellas es muy difícil, sino que incluso calan en la mente de las personas cauterizando sus conciencias y aceptándolas como necesarias para el desenvolvimiento social al que ya nos hemos acostumbrados.
¿Pero cuales son estas prácticas?
Realmente son muchas, pero básicamente las podemos agrupar en 3 categorías, cada uno de ellas más sibilina que la anterior. Comencemos hoy por la más evidente:
Creo que en este apartado es fácil estar de acuerdo en que se rompe la cadena:
trabajo > bienes producidos (o adquiridos)> disfrute de dichos bienes
Bueno, esto al menos a nivel de individuos, puesto que socialmente sigue siendo preciso que alguien trabaje para producir los bienes que disfrutará más tarde el “amigo de lo ajeno".
Pero está claro que bajo cualquiera de los sinónimos de “robo", ciertos individuos se salta la cadena “trabajo > producción > disfrute” a costa de otros, lo cual origina conflicto social, tanto mayor cuanto más extendida esté esta práctica en la sociedad.
Y no peséis solamente en lo muy evidente: los robos típicos de los “rateros” callejeros; sino también en los de “más nivel” y sofisticación. Me refiero a las empresas, que montan estructuras fraudulentas, dividiendo las responsabilidades entre diversidad de empleos hasta el punto de que es casi imposible evadir sus sibilinas estrategias (Me vienen a la cabeza empresas de telefonía, energías y banca, de las cuales yo mismo he sido víctima, pero también se da este tipo de fraude en otras para las que ya estaba prevenido y no me he dejado embaucar, como las comerciales, de turismo, etc.).
Esto es lo que llamo "malicia corporativa", que no solo te despoja de los bienes que con tu honrado trabajo has obtenido, sino que consumen tus energías y te inundan de un sentimiento de impotencia ante lo que para ti es evidente (la apropiación fraudulenta, normalmente de dinero), pero que difícilmente puedes demostrar; y menos aún, imputar claramente a una persona física concreta. ¿Te suena eso de que te pasen las llamadas de reclamaciones de una extensión a otra, cuando no de un teléfono a otros? ¿O de una ventanilla a otras?
Hace tiempo pensaba ilusamente que eran los directivos de alto nivel los responsables de esa "maldad corporativa". Pero tras algunos sonados casos de fraudes he puesto en duda ese convencimiento, ya que si los eempleados de niveles inferiores "obedecía órdenes o respetaban consignas", los de alto nivel "ignoraban las actuaciones de sus subordinados".
Algunas veces me siento tentado a pensar que no hay personas responsables, que esa "maldad corporativa" emerge por sinergia en las grandes empresas. Algo así como en los cuadros puntillistas, donde sólo aparece la imagen cuando te retiras de la obra y no tienes en cuenta los diferentes puntos de color distribuidos por el lienzo, sino el conjunto integral de la obra:
Cuando alguien te roba la cartera, corres tras él; y en el peor de los casos (que se escape), al menos te "desfogas" "depotricando" contra el ratero o denunciando el caso ante un agente de la autoridad: "Sí, aquel que corre me ha birlado la cartera". Una persona concreta e identificable con claridad, al margen de que pueda o no ser capturada.
Cuando eres víctima de la "malicia corporativa", el único "desfogue" que puedes conseguir es el de la extenuación tras las inagotables e infructuosas gestiones que merman aún más tus recursos económicos.
Pero bueno, en este tipo de prácticas supongo que no hay dudas de que se viola la cadena “trabajo > producción (o adquisición)> disfrute”. En cambio, en el segundo grupo la cosa comienza se ser menos evidente...
(Seguiremos dentro de unos días)
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